El mundo se encuentra lleno de dragones. Se arrastran por los laberintos de las callejuelas de las grandes ciudades, se vuelven traslúcidos como el aire, se acomodan entre las chimeneas de los vientos y llegan a sentarse sin ningún pudor entre las bancadas del Congreso. Son dragones feroces que sólo piensan en devorar los sueños de los hombres, se alimentan de terribles despojos, de inicuas hipotecas y de ERES humillantes. Son sombras poderosas que se transmutan en diputados complacientes, en jueces que ni ven, ni oyen, desnudos como amebas ante la luz del sol.
Roland Joffé al que creíamos ya desaparecido en las noches del olvido después de haber cumplido su misión y de haber escuchado atentamente los gritos jadeantes del silencio, resulta que ha resucitado dirigiendo una película magistral que lleva por título "Encontrarás dragones", o bien "There be dragons", titulo destinado al mundo mundial. En un interesante coloquio que mantuvo con los lectores de El Mundo digital explicó como habían venido al mundo esas monstruosas criaturas engendradas en la íntima complejidad de su pensamiento. En la Edad Media, en aquella emocionante cartografía que nos situaba en los límites del conocimiento, cuando sus autores se encontraban con territorios desconocidos y por lo tanto terribles, consignaban: "Aquí hay dragones". Representaban la escenificación del misterio.
Y entre tantos vaivenes la reconfortante presencia del amor sobre la dimensión de la muerte. La vida misma. Nadie vive solo. Nadie se salva ni se condena solo en un ejercicio de inhumana soledad. Joffé se basa en una expresión del poeta inglés John Donne: "Ningún hombre es una isla, algo completo en sí mismo. Todo hombre es un fragmento del continente, una parte del conjunto". Por eso considera "que es necesario representar a las personas en su contexto y el contexto suelen ser otras personas. Podríamos llamarlo geografía personal en lugar de geografía física". Curiosamente los lectores se interesan por una misma idea expresada en distintos planteamientos. Después de sus investigaciones, ¿qué le llama la atención de aquel jovencísimo personaje que después llegaría a ser santo? "Sobre todo su sentido del humor, su amor por la vida, su amor por la gente".
Mientras tanto los dragones continúan recorriendo el mundo, se vuelven luces de colores, fuegos artificiales sobre los cielos oscuros como definía Gadafi a la gran fiesta de los misiles. Y quizá algunos niños libios, absortos y maravillados por aquel espectáculo de dibujos animados no puedan comprender por qué han dejado de respirar mientras escuchan con asombro los sollozos de sus padres. No saben que son los protagonistas infantiles de una hermosa misión humanitaria que encabezó un día Zapatero con una bandera donde se podía leer: "¡No a la guerra!". Tampoco saben que los dragones llevan corbata y que algunos de ellos tienen los ojos tan claros como las nubes.
maravilloso,es una autentica crítica llena de profundidad y rebosa calidad literaria
ResponderEliminarahijahada dice... ojalá solo fuera ficción literaria. Dragones de origami y misiles de avión de papel. Estamos donde muchos no queremos estar... la guerra solo ayuda a quienes viven de ella. Rosa, sigues siendo la mejor escritora en lengua española, aunque muchos no te tengan donde tienes que estar...la literatura vendida a quienes viven de ella.
ResponderEliminarMuy bonita esta reflexión sobre los dragones del mundo! Tendremos que ir con cuidado!
ResponderEliminarRosa,
ResponderEliminar¡enhorabuena por este blog! Me ha encantado que empiece enfrentándonos a los dragones.
Un comentario distinto, poético y lleno de contenido. He disfrutado leyéndolo. Un buen principio para un muy prometedor blog.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Me ha encantado Rosa. Como siempre has dado en la diana
ResponderEliminarNadie vive solo? otro gallo cantaría...
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